El turista que llega en Milán tiene que visitar la Catedral, más conocida come Duomo, uno de los lugares más importantes y símbolo de la ciudad. Construida a partir del año 1386 y terminada casi seis siglos después, en 1965, la Catedral domina la principal plaza del centro de Milán y resalta por su estilo gótico mezclado a la tradición lombarda y por su mármol blanco. Decorado con pináculos y torres coronadas por estatuas, el Duomo alcanza el punto más alto con la estatua de la Madonnina, alta 4 metros y que constituye otro símbolo de la ciudad. Durante la visita es posible acceder al interior de la Catedral, un espacio amplio gracias a largas columnas de mármol, a la Cripta donde se conservan los restos de San Carlos Borromeo, al Baptisterio caracterizado por excavaciones arqueológicas y por último a la terraza panorámica desde donde se puede admirar la ciudad.